COMPARTIR.

Las tareas domésticas no dejarán de ser motivo de conflictos entre las parejas mientras no cambiemos el prefijo del verbo repartir para compartir no sólo los trabajos del hogar sino todo lo que tenemos en común. Cuando repartimos, distribuimos; cuando compartimos, participamos y nos implicamos. “Yo plancho y tú cocinas”, si lo hacemos porque así nos lo hemos repartido, tarde o temprano acabará detonando el fulminante de algún conflicto; si lo hacemos porque compartimos nuestra vida, el “yo” que plancha y el “tú” que cocina es un “nosotros”. Además, para repartir hay que partir, para compartir, no.