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Mostrando entradas de enero, 2019

La prosperidad no lo es todo.

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  Parece contradictorio, pero cada vez más problemas sociales y de salud, son consecuencia de la prosperidad, no de la pobreza. En estudios de consumo realizados, se hacen comparativas entre 220 modelos de coches, 250 cereales para el desayuno, 350 fondos de inversión, e incluso 35 modelos de alcachofa fe ducha, y se podia seguir mucho más.   Pero lo que la gente desea y necesita de verdad son más principios morales--más amor amistad -más respeto -más vida familiar - más   nivel social -más diversión, que les podía dar paz y serenidad, y todo eso no está en el mercado.   Esto hace que las personas se sientan abrumadas y estresadas a la hora de tomar la mejor opción, y por lo mal que se sentirán si no aciertan en la elección.   Está claro que estos problemas no son graves comparados con la pobreza o el desempleo que tantos sufren hoy día. La enseñanza creo que debe ser que los problemas de la prosperidad, nos debían de recordar que no importa cuanta riqueza se tenga, sino c

Ser felices

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                                                A veces pensamos que la felicidad es algo reservado para otros y muy difícil de darse en nuestras propias circunstancias. Podemos llegar a pensar que la felicidad es como un sueño que no tiene que ver con nosotros.                                                   La relacionamos quizá con grandes acontecimientos, con poder disponer de una gran cantidad de dinero, gozar de una salud esplendida, tener un éxito profesional o afectivo deslumbrante, protagonizar grandes logros del tipo que sea, pero la realidad resultante es bastante distinta a eso.                                                   La prueba es que la gente más rica, más poderosa, más atractiva, o que mejor dotada está, no coincide con la gente más feliz. Tampoco parece que disponer de un gran talento o gozar de muy buena salud sean lo que decide la felicidad. Tampoco es que para ser feliz haya que ser retrasado mental, enfermo o desafortunado. Tanto en unos

Eliminar esfuerzos de nuestra vida.

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La pretensión de diseñar una sociedad en la que el objetivo sea ahorrar al ser humano todo esfuerzo va más allá de intentar lograr una sociedad cómoda; su meta final, aunque no se quiera así, es una sociedad decadente, donde sus habitantes se atrofian y no son felices, por que verse con poca voluntad produce una profunda insatisfacción. La historia proporciona múltiples ejemplos para aprender de ellos. Si seguimos empeñados en una educación que ahorre todo esfuerzo a los jóvenes, y en conseguir un ideal ético en donde el esfuerzo, y con ella la virtud esté ausente, la historia se repetirá con su doloroso final. De ahí que sea urgente volver a valorar el ideal de la virtud, y perder el miedo al esfuerzo.Estaremos ayudando a muchos jóvenes que no se mueven para no cansarse.

Educar a nuestros hijos

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  Stephen Levine, decía: Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no lo convierte a uno en pianista".   Padres y madres tenemos que entrenarnos para ser lideres en este oficio. Nadie da lo que no tiene, tenemos que formarnos adecuadamente para ser los mejores referentes y ofrecerles lo que es bueno para ellos a largo plazo. No lo fácil y lo que piensa todo el mundo. Los padres somos los verdaderos responsables y verdaderos protagonistas en la educación de nuestros hijos. Está en juego su felicidad. Tenemos que defendernos ante tanto "progre"que quiere que sea el estado el que eduque y aleccione a nuestros hijos.  

COMPRENDER Y AMAR.

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  En un programa de televisión en Estados Unidos,(EWTN)relataron un episodio de la vida de Juan PabloII, poco conocido: Un sacerdote de Nueva York, al entrar en una iglesia en Roma, observa a un mendigo pidiendo, y le reconoce como un compañero del seminario, que se ordenó sacerdote el mismo dia que él. Tras saludarle, escuchó que el mendigo le decia que habia perdido la fe y la vocación. Al dia siguiente después de asistir a la misa privada del Papa, tuvo ocasión de pedirle al Santo Padre que rezara por el mendigo, contandole brevemente lo que sucedia. Un dia después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, y que llevara al mendigo. Después de la cena el Pontifice, quiso quedarse solo con el mendigo, pidiendole que escuchara su confesión, el hombre impresionado respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: "una vez sacerdote, sacerdote para siempre", "pero estoy fuera de mis facultades de presbitero", insistió el mendigo. &