Dejar volar alto
Contaba mi tío que cuando él y mi padre eran adolescentes y él andaba metido en algún movimiento juvenil, ante las advertencias de mi abuelo, mi padre le defendía diciendo: "déjale que vuele, papá". Esta anécdota, de la que me enteré por primera vez este verano, días antes de morir mi padre, me hizo entender por qué mi padre nunca quiso ponernos barreras a sus hijos en nuestro desarrollo personal y profesional. Mis padres nunca hicieron sentirnos mal por el hecho de tener que irnos lejos de casa, a pesar de lo que les costaría. Siempre me ha admirado la generosidad de los padres que renuncian a tener a sus hijos cerca por el bien de estos. Así ha sido el caso de los nuestros. No cabe más que agradecer que te hayan dejado volar alto, perseguir tus objetivos, renunciando a tenerte al lado. Pero al final el Señor ha premiado esa generosidad. Todos hemos tenido ocasión de acompañarle periódicamente durante estos tres años y medio. Mi padre ha muerto después de que cada uno de s