Ayudar a los demás


                                               

Vivimos unos momentos en los que pienso que se debe decir así no puedo seguir, tengo que ayudar a los demás.
Lo primero es  no cruzarse de brazos ante esta obligación, viviendo exclusivamente atento a los propios intereses personales, dejando pasar los días, matando el tiempo, o en ese ir tirando, como ordinariamente se dice, es creer que esto es posible. Si no creemos que podemos salvar a nuestros contemporáneos de la ignorancia, del error, del sectarismo beligerante del ateismo reinante, ni siquiera lo intentaremos. Creen en la verdad y creer en su fuerza de convicción, en su capacidad de abrirse paso, como un río impetuoso que atraviesa los montes. Esto es lo primero: creer en la verdad.
                                              

Creer en la verdad, vivirla, enseñarla. Este deber de difundir la verdad es particularmente urgente en un tiempo, como el nuestro, en que el materialismo agresivo no descansa ni regatea sus recursos para convencer al hombre que él es la verdad, él quien la crea. No hablar, no moverse, no estar presente allí donde se cuecen muchas decisiones importantes, y esto ocurre tanto en el Parlamento como en la calle, es no sólo una impostura sino un suicidio.
                                            



Comentarios

CHARO ha dicho que…
Que razón tienes en todo lo que has dicho...yo me siento impotente y sin fuerza suficiente para hacer otra cosa que la que hago: dedicarme al completo a la enfermedad de mi marido que me absorve mi tiempo y hasta mi mente...claro que igual me estoy justificando, no lo sé, que Dios me perdone por esa dejadez.Saludos
Anónimo ha dicho que…
Querda CHARO, NO SUFRAS,ESTÁS HACIENDO LO QUE DEBES, ASI NOS SANTIFICAMOS HACIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS.

Entradas populares de este blog

Nos nace Jesús.

Dejar volar alto

La familia es una escuela.