La indiferencia


Escribió Elie Weisel, premio Novel por la paz.
“En cierto sentido, ser indiferente al sufrimiento es lo que deshumaniza al ser humano. A fin de cuentas, la indiferencia es más peligrosa que la ira y el odio. A veces, la ira puede ser creativa. Uno escribe un hermoso poema, una magnífica sinfonía. Uno crea algo especial por el bien de la humanidad, porque está enfadado con la injusticia de la que es testigo. Pero la indiferencia nunca es creativa. Incluso el odio, en ocasiones, puede suscitar una respuesta. Lo combates. Lo denuncias. Lo desarmas.
La indiferencia no suscita ninguna respuesta. La indiferencia no es una respuesta. La indiferencia no es un comienzo; es el final. Por tanto, la indiferencia es siempre amiga del enemigo, puesto que beneficia al agresor, nunca a su víctima, cuyo dolor se intensifica cuando la persona se siente olvidada. El prisionero político en su celda, los niños hambrientos, los refugiados sin hogar… No responder a su dolor ni aliviar su soledad ofreciéndoles una chispa de esperanza es exiliarlos de la condición humana. Y al negar su humanidad, traicionamos también la nuestra.
Por lo tanto, la indiferencia no es solo un pecado. También es un castigo”.
                                                               
Queda todo dicho en este fragmento sobre la indiferencia, y en bien pocas palabras. En el marasmo de lo que estamos viviendo, no podemos ser indiferentes a ninguna miseria moral, a ninguna miseria económica.
No podemos ser indiferentes a la estafa de las “Acciones Preferentes” que ha generado la ruina de tantas familias que lo han llegado a perder todo, en un abuso de confianza, en una violación perpetrada con premeditación y alevosía, ni a los desahucios que quedan sin el amparo de un hogar que les fue colocado a precio de oro, sin valer lo que costaba, y donde la banca siempre gana, ni a los mal llamados Expedientes de Regulación de Empleo (eufemismo para referirse a los Despidos en Masa, así deberían llamarse), ni a los mal llamados Paraísos Fiscales (deberían llamarse Colectores de Defraudadores y Ladrones), ni a tanta ignominia que nos rodea en forma de corrupción y perversión de los más elementales principios de ética humana, de ser personas.
No podemos ser indiferentes a la mentira, la tortura, el abuso, el dolor, el sufrimiento, la perpetración, el robo, la miseria, en definitiva. Porque la indiferencia permite que el perpetrador siga matando y destruyendo con saña e impunidad.
¿Qué podemos hacer? Mil cosas. Apoyar, denunciar, informar, promover, mostrar, educar, formar, intentar cambiar el sistema, desde dentro, y desde fuera. Pero cambiarlo. Llevar a la luz lo que está en la sombra. Cada cual con lo poco o mucho que tiene, puede y sabe.
Indiferencia es muerte. Así de simple.
                                                                         

Comentarios

CHARO ha dicho que…
Muy cierto lo que dices, la indiferencia es un gran pecado que nos deshumaniza.Es bueno que nos lo recuerden.Saludos

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