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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Respetar a los abuelos

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Un pueblo que no respeta a los abuelos es un pueblo sin memoria y por tanto sin futuro. En torno a esta idea, el santo padre Francisco ha desarrollado su homilía de la misa de esta mañana en Santa Marta. A este punto, Francisco ha recordado una historia que escuchó de pequeño con una familia como protagonista: "papá, mamá, muchos niños" - y el abuelo, que cuando en la mesa comía la sopa, "se manchaba la cara". Molesto, el padre explica a los hijos porque el abuelo se comporta así y por tanto compra un mesa a parte para aislar al padre. Ese mismo papá un día vuelve a casa y ve uno de sus hijos jugar con la madre. "¿qué haces?, le pregunta. "Una mesa", responde el niño. "Y ¿para qué?". "Para tí papa, para cuando seas viejo como el abuelo". Francisco ha afirmado que esta historia le ha hecho mucho bien toda la vida. Realmente la vejez muchas veces es un poco fea ¿eh? Por las enfermedades que trae y todo eso, pero la sabiduría que t

Termina el año de la fe.

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Termina el año de la fe, lo cual nos da motivos para pensar. Benedicto XVI, en diversas ocasiones, hizo notar las contradicciones del tiempo en que vivimos: «En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marche igualmente sin Él. Pero al mismo tiempo existe también un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡no es posible que la vida sea así! Verdaderamente no. A menudo, la religión se convierte casi en un producto de consumo. Se escoge aquello que agrada, y algunos saben también sacarle provecho. Pero la religión buscada a la "medida de cada uno" a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte». Y el Papa concluye con la siguiente invitación: «Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo».

No ahorrar esfuerzo

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La pretensión de diseñar una sociedad en la que el objetivo sea ahorrar al hombre todo esfuerzo va más allá de intentar lograr una sociedad cómoda: su meta final, aunque no se quiera así, es una sociedad decadente donde sus habitantes se atrofian y no son felices, porque verse con poca voluntad causa una profunda insatisfacción. La Historia proporciona algunos ejemplos para aprender de ellos. Si seguimos empeñándonos en una educación que ahorre todo esfuerzo a los jóvenes, y en conseguir un ideal ético en donde el esfuerzo y con ella, la virtud esté ausente, la historia se repetirá, con su doloroso final. De ahí que sea urgente volver a valorar el ideal de la virtud, y perder el miedo al esfuerzo.