El tamaño de Dios.
Collins, hombre muy conocido en Inglaterra, y famoso por su incredulidad, se encontró en cierta ocasión con un obrero que se dirigía a la Iglesia.
¿Como es tu Dios, grande o pequeño?, le preguntó con ironía.
El obrero contestó: Es tan grande que tu cabeza no es capaz de concebirlo, y es tan pequeño, que puede habitar en mi corazón.
Collins confesó que aquellas palabras ejercieron sobre él más influencia que todos los argumentos apologéticos.
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