Asi están las cosas
Sigo el hilo de la exhortación
chistus vivís del Papa Francisco, copiando ideas que nos ofrece para pensarlas:
“Para muchos jóvenes y menos
jóvenes, Dios, la religión y la Iglesia son palabras vacías, cosas que antes no
ocurrían. Esto implica que se reconozca con humildad que algunas cosas
concretas deben cambiar, y para ello necesita también recoger la visión y aun
las críticas de los jóvenes.
La Iglesia reconoce que un número consistente de
jóvenes, por razones muy distintas, no piden nada a la Iglesia porque no la
consideran significativa para su existencia. Algunos, incluso, piden
expresamente que se les deje en paz, ya que sienten su presencia como molesta y
hasta irritante. Esta petición con frecuencia no nace de un desprecio acrítico
e impulsivo, sino que hunde sus raíces en razones serias y comprensibles: los
escándalos sexuales y económicos; la falta de preparación de los ministros
ordenados que no saben captar adecuadamente la sensibilidad de los jóvenes; el
poco cuidado en la preparación de la homilía y en la explicación de la Palabra
de Dios; el papel pasivo asignado a los jóvenes dentro de la comunidad
cristiana; la dificultad de la Iglesia para dar razón de sus posiciones doctrinales
y éticas a la sociedad contemporánea.
Si bien hay jóvenes que disfrutan
cuando ven una Iglesia que se manifiesta humildemente segura de sus dones y
también capaz de ejercer una crítica leal y fraterna, otros jóvenes reclaman
una Iglesia que escuche más, que no se la pase condenando al mundo. No quieren
ver a una Iglesia callada y tímida, pero tampoco que esté siempre en guerra por
dos o tres temas que la obsesionan. Para ser creíble ante los jóvenes, a veces
necesita recuperar la humildad y sencillamente escuchar, reconocer en lo que
dicen los demás alguna luz que la ayude a descubrir mejor el Evangelio. Una
Iglesia a la defensiva, que pierde la humildad, que deja de escuchar, que no
permite que la cuestionen, pierde la juventud y se convierte en un museo. ¿Cómo
podrá acoger de esa manera los sueños de los jóvenes? Aunque tenga la verdad
del Evangelio, eso no significa que la haya comprendido plenamente; más bien
tiene que crecer siempre en la comprensión de ese tesoro inagotable. Por
ejemplo, una Iglesia demasiado temerosa y estructurada puede ser
permanentemente crítica por parte de los
varones, de sometimiento, de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista. Con esta mirada será
capaz de hacer suyos estos reclamos de derechos, y dará su aporte con
convicción para una mayor reciprocidad entre varones y mujeres, aunque no esté
de acuerdo con todo lo que propongan algunos grupos feministas. En esta línea,
el Sínodo quiso renovar el compromiso de la Iglesia «contra toda clase de
discriminación y violencia sexual. Esa es la reacción de una Iglesia que se
mantiene joven y que se deja cuestionar e impulsar por la sensibilidad de los
jóvenes.”
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