Cuando el trabajo te hace feliz

El trabajo es bueno. Lo desagradable es el cansancio. A cualquiera le gusta realizar cosas, y todos trabajarían mucho si no fuera por el cansancio. Pero el cansancio es inevitable, y quien intenta suprimir totalmente el esfuerzo está llamado a la amargura del fracaso.


A pesar del cansancio, es posible ser feliz trabajando si se encuentra un motivo noble para hacerlo.

Podemos reunir los motivos para trabajar en tres grupos:

1. Motivos un poco egoístas: obtener dinero, fama, éxito, lujo, joyas... Estos planteamientos invitan a conseguir esas cosas trabajando lo menos posible. El trabajo sigue siendo una pesadez.

2. Motivos humanos nobles: contribuir al bien de otros, sacar adelante la familia o la sociedad... Con otras palabras, trabajar con espíritu de servicio. Esta mentalidad ayuda a trabajar feliz.

3. Motivo sobrenaturales:

- El trabajo es colaboración con Dios Padre en la mejora de la Creación.

- El trabajo es imitación de Dios Hijo que pasó muchos años trabajando.

- Quien trabaja realiza algo que Dios quiere y por tanto agrada al Señor y se santifica. Así el trabajo colabora con el Espíritu Santo en nuestra santificación.

Para ser feliz trabajando conviene tener en cuenta algunos aspectos:

o Rectificar la intención: añadir a los motivos egoístas una intención de servicio a los demás o de amor a Dios. Esta finalidad noble es el requisito fundamental para ser feliz trabajando.

o Trabajar bien: con atención, intensidad, cuidado de los detalles... Las chapuzas no satisfacen ni al que las hace, ni a los demás, ni a Dios.

o Distribuir bien el tiempo.- Para cumplir con las obligaciones de atención a la familia, a Dios, etc.

o Trabajar con sentido apostólico.- Así fue el trabajo de Cristo. Toda su vida tenía este sentido redentor.

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