El poder de la prensa

 
Los medios de comunicación tienen un poder sobrecogedor en la opinión pública. La noticias que suministran llegan a millones de personas con toda rapidez.
Ellos tienen la posibilidad de guiar la opinión pública por caminos de verdad y de derecho. Pero ellos pueden también, con desprecio de toda conciencia, ponerse a disposición de una opinión pública pervertida por los errores y los prejuicios, contaminando toda la vida social.
Cuando hablamos del poder de los medios de comunicación, deberiamos más bien decir el poder de terceros, ya que lo que publican los medios de comunicación escritos, para una mayoria de los ciudadanos es un dogma de fe, y lo que no se publica es como si no existiera.
Al observar las noticias de los distintos periodicos, es llamativo comprobar que no hay dos noticias iguales; muchos de ellos tienen el perfume de la parcialidad y del sectarismo politico.
Es dificil la objetividad, cada uno manifiesta su opinión, pero a un sector como la prensa podemos pedirle más neutralidad, aunque solo sea por atención a un sector de la sociedad que deseamos creer en la información seria y veraz que nos llega cada dia a través de ellos.
Debo reconocer que existen periodistas verdaderamente ejemplares, que saben sustraerse a las influencias sociales de todo genero, que luchan contra el tiempo para informar oportunamente, que se encuentran a veces con imperativos contrarios de conciencia sin saber si hablar o callar.
Pero debo de añadir con sentimiento y preocupación que los hay que juegan con la opinión pública, que conspiran desde el silencio y la falsedad, que no aceptan sino lo que está de acuerdo con sus propias ideologias, que hinchan el suceso y lo reducen a su gusto.
Nuestra democracia vive momentos de mala salud. El absentismo politico, el escaso prestigio de la clase politica en la opinión pública, la frecuencia de perversiones como la corrupción, la mediatización de la democracia por los poderes fácticos, la polarización de la sociedad en torno a dos partidos que son identificados como uno bueno y otro malo etc. Todo esto son sintomas de mala salud de nuestra democracia. Los periodistas deben denunciar de alguna forma las manipulaciones que se hacen.
Enhorabuena a los que aportais el peso de vuestra honorable lealtad y de vuestro ejemplo intrépido, para contener el daño que otros pueden hacer.
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