El séptimo dia descansó.
Cada dia va a se más frecuente que los grandes almacenes abran sus puertas al público los domingos y festivos.
A propósito de este tema recuerdo una vieja anécdota leída hace tiempo: Un domingo, en una pequeña aldea, un labriego conducía un carro lleno de hierba por la misma calle por donde la gente se encaminaba a la iglesia. De pronto, un hombre le gritó: ¡ para, para ¡ lo has puesto debajo de las ruedas!. El carretero detuvo los caballos y miró desconcertado. ¿Pero se puede saber que he puesto debajo de las ruedas?.
Pues hombre, el tercer mandamiento de la Ley de Dios.
A muchos puede no interesarles esto, pero no podemos olvidar que la celebración del domingo cristiano, por los signos que evoca y las dimensiones que implica en relación con los fundamentos mismos de la fe, continúa siendo un elemento característico de la identidad cristiana.
No podemos olvidar que la institución del domingo contribuye a que todos disfruten de un “reposo y ocio suficientes para cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa”. Esto lo explica muy bien Juan Pablo II, en su Carta Apostólica El día del Señor, y también en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Comentarios
Ahora es motivo de desenfreno y explotación...de lujuria consumista.
Bueno...Ni tanto ni tampoco.
Un abrazo.
Bendiciones
Parece ser que la diversión de ahora es ir a los centros comerciales a comprar y comprar, a gastar y gastar.......Se han perdido unos valores esenciales para ser persona y se han cambiado por otros que no ayudan en nada a crecer cómo persona.Saludos
Un abrazo
Un fuerte abrazo
Con todo afecto.
Gracias por tu visita a mi blog.
Un abrazo.